Con mi mujer teníamos un sexo maravilloso, siempre experimentábamos cosas nuevas y nunca habíamos dejado que nuestra relación cayera en la monotonía. Siempre que teníamos relaciones el perro nos miraba fijamente como un voyeur excitado y con la polla muy dura. Un día se me ocurrió que podíamos repartirnos el trabajo para darle placer a mi mujer, mientras yo le metía la verga en su coño húmedo mi perro colaboraba metiendo su pene en el culo. Parece que ella disfrutaba como nunca.
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En este xxx vídeo amateur que os traemos a continuación, podemos ver como la madurita morena se graba en casa teniendo sexo con su perro por primera vez. Ella estaba muy necesitada ya que hacía ya mucho tiempo que no tenía relaciones sexuales con ningún hombre desde que lo dejó con su ex novio. Así que esta vez, decidió probar su primera experiencia de zoofilia. En este caso escogió a su animal de compañía para saciar su apetito y deseo sexual. En este caso, bastó con ponerle el culo en pompa a su perro para que enseguida se pusiera en posición para meterle la tranca en su coño. La muy viciosa gritaba hasta correrse de placer.
Se rumora que Linda Lovelace ni siquiera podía pronunciar la palabra perro después de que la obligaran a tener sexo con uno. Cuando Lovelace se mudó a Nueva York con su tristemente famoso padrote-marido, Chuck Traynor, hizo películas en 8mm para ganar algo de dinero extra. Quizá la más difícil de encontrar (y la más buscada por los coleccionistas de porno) es su 8 mm de bestialismo.
Todos sabemos el argumento principal por el que la cópula interespecie entre animales y humanos está mal: la falta de lenguaje común. "Los animales no pueden hablar, por lo que no pueden acusar a nadie de obligarles a tener sexo con ellos contra su voluntad", escribió Ramsis en su estudio de 1969, citado por la sexóloga y escritora Hani Miletski en su libro Understanding Bestiality and Zoophilia (Comprendiendo el bestialismo y la zoofilia). Además, los animales son portadores de enfermedades, genes y hormonas diferentes; es todo demasiado oscuro. La mayoría de la gente cree que es biológicamente asqueroso y moralmente incorrecto.
Ahí me situaba yo cuando empecé esta investigación. Por qué querría alguien tener sexo con otra cosa que no sea un ser humano? Pero conforme me conectaba a todos los foros sobre bestialismo que me aceptaban, leía los hilos de comentarios, descubría todas las teorías de terapeutas, médicos y sexólogos y hablaba con algunas mujeres amantes de la zoofilia, mi forma de pensar cambió. No estoy a favor, pero sus argumentos empezaron a parecerme, si no válidos, al menos comprensibles. Mis noches pasadas en el foro "Beast" crearon una especie de síndrome de Estocolmo en mí? O sea, qué hay de malo en desear a un reno?, me sorprendí a mí misma pensando, horrorizada. En qué sentido es más cruel tener sexo con un cerdo que asesinarlo para hacer tocino? Qué es peor, la violación o el asesinato? Mi lógica se desvanecía por culpa de un argumento.
A pesar de la percepción generalizada de esta práctica como algo éticamente corrupto, el bestialismo siempre ha formado parte de la historia de la humanidad, aunque de forma silenciada. Según la doctora Miletski, durante la fertilidad primaveral en Babilonia, los hombres y las mujeres usaban perros (en secreto) para realizar orgías que duraban varios días, extenuando a los animales abusados hasta que morían. Entonces cortaban el pene del perro muerto, lo secaban y lo usaban para sus escapadas sexuales. El antiguo faraón egipcio Keops, famoso por construir una de las pirámides, a menudo alardeaba del sexo apasionado que mantenía con las yeguas. Una de las más famosas orgías de la antigua Roma incluyó a la diosa Bona Dea y a un puñado de perros. Incluso se ha documentado que uno de los médicos de Hitler en Auschwitz estaba obsesionado con los experimentos sobre bestialismo y trató de crear un híbrido entre perro y mujer, usando mujeres judías y polacas, que serviría para los trabajos manuales (actualmente sabemos que, aunque el esperma de un perro nade hasta un óvulo humano, no puede inseminarlo). En opinión de Miletski, también existe un fuerte rumor que dice que la esposa de Hitler, Eva Braun, tenía sexo con perros por puro placer, lo que explicaría la fascinación que sentía Hitler por los Pastores alemanes.
En aquel momento Dinamarca se estaba convirtiendo en el centro de la pornografía escandalosa y su personaje más destacado fue el director Ole Ege. Joensen adquirió su propia granja (a la que bautizó como "Central de Inseminación"), en la que crió a todo tipo de animales que se puedan imaginar, y finalmente llamó a Ege para trabajar con él. Según el documental británico de 2006 The Dark Side of Porn: The Real Story of Animal Farm (El lado oscuro del porno: la verdadera historia de 'Rebelión en la granja'), la misma Joensen fue quien sugirió a Ege que la grabara teniendo sexo con otros animales. Entre 1969 y 1972 hizo más de 40 películas de bestialismo y finalmente Ege se unió a otro documentalista para filmar la vida de Joensen en la granja en una película llamada A Summerday (Un día de verano). La película incluía música de Beethoven y mostraba a Joensen viviendo entre sus conejos, gatos, perros, cerdos y caballos como si ella misma fuera un animal más. El documental ganó el primer premio en el festival de cine Wet Dream de Ámsterdam en 1970 y convirtió a Joensen en toda una estrella underground.
Cuando empecé esta investigación, mi objetivo era muy sencillo: hablar con una mujer que hubiera tenido sexo con un animal, ya fuera por dinero o por placer. Los entusiastas de la zoofilia masculinos dominaban las estadísticas de Miletski (contaba con 80 participantes hombres y solo con 11 mujeres), y a mí no me interesaba en absoluto entrevistar a otro alemán paliducho para que me hablara sobre el "bello y recíproco" sexo que comparte con su perra mestiza.
Derrotada y sin nadie a quien entrevistar, centré mi objetivo en aquellas personas que follan animales por placer y no por dinero, y me sumergí en lo más profundo del foro 'Beast', el chat internacional sobre zoofilia más grande que existe en este momento. Fui sincera al explicar por qué estaba ahí y lo repetía constantemente. Aquel era el único sitio donde podría encontrar una zoófila experimentada, así que rellené mi página de perfil con tanto esmero como habría empleado para Tinder y me uní a los chats la noche siguiente. De repente, varias mujeres estaban dispuestas a abrirse conmigo. Rápidamente descubrí que las mujeres eran más de tener relaciones afectivas con los animales que de tener sexo con ellos, como Miletski me había confirmado.
"Estoy generalizando, pero en mis estudios clínicos las mujeres están menos interesadas en los comportamientos sexuales desviados", me dijo Miletski por teléfono semanas antes de mi entrada en el foro 'Beast'. "Las mujeres que participaron en mi estudio sobre bestialismo en realidad apreciaban la relación con su compañero animal. Aquella era una gran parte del atractivo para aquellas mujeres y todos sus compañeros eran perros macho".
La zoofilia y el bestialismo son, por definición, diferentes. Según el diccionario de la RAE, la zoofilia se define como "amor a los animales", mientras que el bestialismo no trata de amor, sino de sexo. Su definición es "relación sexual de personas con animales". Los zoófilos a menudo se enorgullecen de reconocer eso, mientras que las personas que sodomizan animales son muy cuidadosas a la hora de definir que no son ni serán jamás zoófilos.
Había hilos públicos de años de duración en los que se debatían temas como los celos que sentían sus novios por los animales, el amor y técnicas básicas de bestialismo. Los amantes animales son siempre perros y, en una cantidad desproporcionadamente elevada, Pastores alemanes. La gente hablaba abiertamente sobre cómo el sexo oral con un perro no podía compararse con el sexo oral con un humano.
Esa misma usuaria me explicó que no es una zoófila al uso: ella come carne y "nunca se ha enamorado de un animal", a pesar de haber mantenido varias relaciones sexuales con ellos desde que tenía cinco años, cuando jugaba con el pene del caniche de su familia. "Simplemente soy altamente sexual", me dijo. "Cuando la curiosidad me invadió, me dediqué a explorar. Es como masturbarse, pero con otro participante. El 99% de mis actividades sexuales incluyen a otros humanos adultos de ambos sexos. No soy una zoófila en exclusiva en absoluto".
Lilknottyone me dijo que solo su pareja sabe de su bestialismo y que lo hacen juntos. ("Para ser sincera, un hombre teniendo sexo con una perra o una yegua me pone los pelos de punta hasta límites insospechados. No tiene ningún sentido, pero no veo que haya nada de malo en ello", me escribió una noche cuando salió a relucir el tema). Como persona que participa en el bestialismo y no es una zoófila exclusiva como Joensen, ella habla en cierto modo con objetividad sobre su sexo interespecie como un tabú tan oscuro como la pedofilia.
Durante sus días de gloria, Joensen escribía una columna de consejos sobre bestialismo en una revista, ayudando a otras zoófilas curiosas a tener sexo con animales de forma segura. En una de las publicaciones, una lectora le preguntaba qué gracia podía tener chupársela a un cerdo, porque el semen "es tan espeso y se coagula con tanta rapidez que puede quedarse atascado en tu garganta y ahogarte hasta la muerte".
Millones de personas se contagian de tricomoniasis todos los años. Está infección de transmisión sexual (ITS) es causada por un parásito que se transmite muy fácilmente durante el sexo. El parásito se encuentra en los fluidos sexuales, como el esperma (leche), el líquido preeyaculatorio (líquido que sale antes de eyacular o llegar) y los fluidos vaginales. 2ff7e9595c
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